Entendiendo la casa y la sociedad donde vivimos
Ensayo
Claudio Torres Torres
El Grito III. Guayazamín
Son las personas adultas y
adultos mayores quienes a diario nos hacen ver los contrastes que existen entre
el tiempo actual, comparado con el que a ellas les que les tocó vivir en su
niñez y juventud. Entonces, saltan temas como el comportamiento juvenil, el
colegio, la sociedad, las relaciones parentales, la convivencia familiar,
códigos de disciplina, etc. Y es que en las dos últimas décadas, nuestra ciudad
también, ha dejado de ser esa tan “apacible” ciudad oriental y al igual que
otras urbes del País, se ha visto parte de esos acelerados y vertiginosos cambios
que están sucediéndose dentro y fuera
del núcleo familiar.
De antemano, toda sociedad no es
estática, es dialéctica; sin embargo
para la mayoría de habitantes, estos
cambios nos confunden y nos han puesto a cavilar sobre el sentido, la
direccionalidad y en sí el rumbo que están tomando las generaciones jóvenes. Es
posible que me equivoque al querer buscar explicaciones sobre las
características de nuestra contemporaneidad local, sin embargo considero que en
el caso de nuestra ciudad, esta avalancha, o esta ola como la llama Tofler (Tofler, 1985) la estamos sintiendo
y quizá se deba a múltiples factores, de los cuales analizaremos algunos.
El barrio donde vivimos, esas calles y esquinas
otrora acogedoras, donde todos nos conocíamos y sabíamos inclusive las
necesidades de las familias, de los vecinos, porque era usual socorrerse hasta
con un poco de sal, azúcar o manteca,
pues ciertamente este barrio no es igual
al de décadas anteriores, debido a que hoy ya no existe el mismo nivel de
comunicación entre hogares, ni la reunión, ni la comida de fin de año donde
todos los vecinos se concitaban para darse el feliz año; y es que en contraste
con aquellas épocas, en la actualidad cada familia pasamos la mayor parte del tiempo en casa,
encerrados, individualizados, y en el mejor de los casos, reunidos todos sus
miembros.
Otro cambio muy notable que se
advierte en el tejido social, es ese templo sagrado llamado escuela o colegio a
donde en nuestros tiempos de niñez y juventud debíamos acudir con la mejor compostura
que se podía mostrar a la sociedad. Pues sí, la escuela o el colegio ese
partenón griego moderno, era la prioridad en la vida de un niño o joven que
quería, tenía y aprovechaba la oportunidad de superarse, y claro, el
involucramiento de los padres de familia era protagónico. En contraste con ello,
hoy de pronto nos admira el comportamiento del estudiantado, la subestimación y
el desdén de la mayoría de los jóvenes y de los padres o representantes para
con la institución educativa, siendo muy difícil, casi imposible el involucramiento,
el compromiso de todos los padres de familia y representante con el colegio,
con la escuela. ¿Será que esto es más evidente porque, de acuerdo a las
normativas vigentes, el estado no les ha otorgado a los padres de familia tantas
responsabilidades como sí tiene los derechos?. En más del 50% de representantes,
la colaboración es casi nula y existen muchos casos en los que los padres de
familia no se preocupan por lo que sucede con sus hijos en el colegio en 2, 3 4
o más meses; es más, ven al colegio o la
escuela como el sustituto de su rol y en los casos más críticos, como el
enmendador, el que debe corregir las deformaciones de comportamiento de sus
hijos adquiridas en casa.
Entonces, podríamos pensar, de
pronto, que nos vemos rodeados de un comportamiento evanescente de una gran
parte de la los adolescentes y jóvenes de nuestra ciudad, evanescencia en el
comportarse , en el estudiar, en lo que debe aprender, en sus
responsabilidades, lo lamentables es que esta evanescencia también la están
padeciendo los padres modernos, pues son muy efímeras las responsabilidades,
los proyectos de vida y lo que es peor hasta el amor de pareja o la familia se
ha tornado muy ligero o pasajero y es que para variar, los puntos de referencia
actuales no son solo los miembros de la familia, sino lo global, la aldea
global, las referencias son lo que también sucede en otras esferas debido a la globalización (que
es otra tulpa en la que se sostiene esa gran olla donde se cocina la vida
diaria de nuestra sociedad), esa sociedad con nuevos atributos como la
obicuidad, entendida ésta última, como esa posibilidad de presenciar en vivo o
en cuestión de minutos lo que sucede en muchos lugares, porque estamos en
movimiento permanente a través de pantallas y dispositivos.
Zygmunt
Bauman, una de las mentes más importantes en la sociología y filosofía modernas
en su teoría de la modernidad líquida acuñada en el año 2009, tiene una explicación
que nos viene bien en la búsqueda de respuestas respecto a estos cambios que
estamos viviendo en la actualidad.
Bauman dice: “surfeamos
en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante, incierta y cada vez más
imprevisible [….] donde hasta la progenitura, el núcleo de la vida familiar ha
empezado a desintegrarse con el divorcio […] donde los abuelos y abuelas son incluidos
o excluidos y cada vez con menos posibilidades de incidir en las decisiones de
sus hijos e hijas” (BAUMAN, 2004, pág. 12).
Y es
que el individualismo (muy abordado en la teoría antes mencionada) se presenta
como una constante en la vida moderna, como otro de los atributos de la
sociedad capitalista, a decir del mismo Bauman. Individualismo manifiesto en
las relaciones entre los miembros que integran la familia, donde cada miembro
tiene un ritmo de vida diario que en la mayoría de casos es desconocido por los
demás miembros de la familia y más aún por nuestros vecinos.
La
conversación, el diálogo, la escucha entre los miembros de la familia y de la
sociedad, están siendo desplazados poco a poco por el chat y por otras variadas
alternativas de comunicación digital que conmina a la persona al individualismo,
a la abstracción, a la simplificación de las palabras, al distanciamiento, al
empleo de nuevos códigos de lenguajes, algunos totalmente desconocidos, pero
que nos obligan a aprenderlo y aprehenderlo. Como tal, en lo educativo, las
habilidades, la expresión verbal, las relaciones cercanas entre los miembros de
la familia se van degradando en las nuevas generaciones como consecuencia de
que en los hogares e instituciones educativas estamos educando generaciones de
individuos que bien se enmarcarían en las llamadas “categorías zombis” y de
“instituciones zombis”, que están “muertas y todavía vivas”. (Beck, 2007) . Entonces, vemos que “la individualización ha quitado
a la clase su identidad social, por lo tanto la clase social es una categoría
zombi, por estar muerta y viva a la vez” ( Roque Duque, 2013) . Este comportamiento lo podemos
percibir a diario, primero en la casa, luego en el colegio e incluso en la
calle. Niños, adolescentes y adultos conectados a un mundo paralelo y
desconectados de la realidad.
Y a
propósito de ello, en una reciente entrevista hecha por Ricardo de Querol a
Zygmunt Bauman y publicada en el diario EL PAÍS de España, el 9 de enero de
2016, el periodista lo califica al sociólogo como “la voz del precariado” y
respecto a la utilización de las redes sociales, el sociólogo afirma:
“Mucha gente usa las redes
sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para
encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es
el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara […]
el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes
sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia […]
las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa” (Querol, 2016).
Y es que estos nuevos recursos no solo han modificado los
comportamientos sociales, sino que han propiciado un cambio en los estilos de
vida de las personas y lo que antiguamente parecía ser un concepto o un estado
inamovible, en la actualidad se ha modificado. Pongo un ejemplo: Las y
los monjes de un claustro podríamos decir que en la actualidad, en cierta forma
ya no son de claustro, porque al momento
que desde su vida comunitario se conectan a través de un computador o un iPod, entonces a través de lo virtual podrán pasear por todas las
autopistas es decir, han salido del claustro, lo cual no significa que sea malo
o equivocado, sino al contrario; muy bien usados, les podrá mejorar la vida, en
la comunicación con sus hermanas y hermanos que están en otros puntos del planeta y sobre todo con su
familia.
Es más, este mundo virtual,
paralelo al real, hoy se ha tornado un interesante recurso y a la vez
pernicioso para las pequeñas y grandes empresas, y para los gobernantes, ya que
ha sido y sigue siendo el canal más
eficiente para convocarse a masivas concentraciones a favor y/o en contra de
algo o alguien; claros ejemplos de ello tenemos: los indignados en España en
mayo del 2011, de donde surgió el Movimiento 15M; Siria 2011, 2013, Brasil 2014
y 2016, entre otras. En Bolivia, el presidente Evo Morales, manifestó que
fueron las redes sociales las que incidieron para que perdiera el referéndum
del pasado 21 de febrero (Lafuente, 2016) y Barack Obama en su
reciente visita a Cuba dijo que el
emprendimiento de Google, hace parte de un plan más amplio para mejorar el
acceso a Internet en la isla. (Ayuso, 2016).
El
que aprendamos a convivir con esta nueva sociedad líquida, con el
individualismo, la obicuidad y evanescencia de las generaciones presentes son,
sin duda, un gran reto para la gente adulta, son nuevas actitudes para las
cuales aún quizá no estamos preparados para en este entorno criar y educar a
las generaciones jóvenes; o por lo menos demandará mucho estudio, reflexión,
diálogo abierto y preparación. Inclusive la política, se ha quedado estancada
en estos temas ya que los viejos partidos políticos están atados al pasado,
pensando cómo resolver los problemas del presente con la tradición y las
amarras del pasado en sus pies.
En estos escenarios, creo que la experiencia y la sabiduría son un pilar fundamental en el que la familia debe apoyarse, así, la tolerancia, el diálogo franco, abierto y sin tapujos es el primer recurso que debemos utilizar ahora más que nunca y empezar a retomar y a acoplar al presente, la sabiduría ancestral de nuestros mayores, la sabiduría andina, como el sumak kawsay y los principios de los pueblos indígenas: ama shwa (no robar), ama llulla (no mentir), ama killa (no ser ocioso), pero no con la pedagogía de hace 20 o 30 años. El diálogo, la escucha y la mirada inteligente y asertiva deben ser constantes en la actualidad, donde el tradicionalismo, las rencillas, el resentimiento, las falsas lealtades, no tenga tanto peso como las dinámicas modernas.
Y quizá debemos empezar aceptando
que hasta nuestras apacibles ciudades del oriente ecuatoriano, esta teoría se
pensaba lejana, sin embargo no es así. Hoy que ha transcurrido una década y
medio del siglo XXI es una realidad, esta
ola, que en el lenguaje de Tofler la llama la tercera ola, ya ha llegado y no podemos,
ni debemos escapar de ella.
Referencias
Roque Duque, L. E. (10 de Septiembre de 2013). Conceptos
"Zombi" en la sociedad moderna. Obtenido de Analistas
independientes Guatemala: www.analistasindependientes.org
Ayuso, S. (21 de marzo
de 2016). Obama anuncia que Google extenderá Internet en Cuba para dar más
voz a la gente. EL PAÍS.
BAUMAN. (2004). La
Modernidad Líquida. Buenos Aires, Argentina: GRAFINOR S.A.
Beck, U. (2007). LaIndividualización.
Madrid: Paidos, Estado y Sociedad.
Lafuente, J. (24 de
Febrero de 2016). Evo culpa a la “guerra sucia” y a las redes sociales de su
derrota. EL PAÍS.
Querol, R. d. (9 de
Enero de 2016). Las Redes Sociales son una Trampa. EL PAÍS.
TOFLER, A. (1985). La
Tercera Ola. México: Ediciones Orbis.
